martes, 29 de mayo de 2012

sábado, 26 de mayo de 2012

We're all just lost souls ...

Boca abajo, sueño débil. Lo presiento, va a pasar. Voy a morir. Pasa. Siento un golpe en mi espalda, no entiendo qué fue, lo supongo. ¿Morí? No, sigo viva. Sigo viva porque los latidos de mi corazón ensordecen la casa entera. Sigo viva porque sigo sufriendo, porque sigo teniendo miedo de morir en cualquier momento. ¿Y ahora? Los latidos siguen. Tambres. Imagino mi corazón enajenado de la carne. Puedo verlo bombeando nada hacia todo mi ser desconectado. Puedo sentirlo, no voy a morir.Sólo un susto, uno fuerte. El más grande en mucho tiempo. Es sólo un susto, ahora lo sé. Respiro hondo, el corazón no para de gritar. ¿Por qué late tan fuerte? Como si se quisiera salir de su lugar. No lo puedo controlar. ¿Fue la perra? Lo sabía, sabía que iba a pasar. Tengo miedo, tengo taquicardia y no lo puedo controlar. Mi corazón no puede bombear más. Suspiro, suspiro y vuelvo a suspirar. Lo hago una vez más. Me desmayo. Me duermo. El corazón está en su lugar. 

Pero, no pido mucho. Sólo ser consciente de mi existencia y un abrazo de vez en cuando. ¿Pido mucho? Los abrazos están llenos de intencionalidades; el último 30 de octubre, por ejemplo, fue interés y amor. El 8 de abril de 2011 fue empatía, el 2 de enero... algo de compromiso y dolor. ¿Y entonces? ¿Qué hacer si uno recibe un abrazo desinteresado? Uno se confunde.. Uno tiene derecho a no saber para dónde salir corriendo.


 Estoy tan fuera de lugar, tan invisible para el mundo entero. Y no entiendo qué hacer, no entiendo cómo puede ser que me pese tanto este nudo gordiano en la garganta, no entiendo como espabilar mi corazón o terminar de aniquilarlo. Bueno, esto último siempre resulta más fácil, ¿No? ... 



Duele, duele de una forma espantosa. Todo se entrelaza, todo me hiere. Y yo.. no sé querer. Lo siento, de una y mil maneras, lo siento. 

Se desvanece todo muy rápido, en cuestión de segundos vuelvo a desesperarme. Sentir que mi corazón no da a basto para soportarme, tolerarme, dejarme en paz...

martes, 22 de mayo de 2012

La lluvia en tercera dimensión


La lluvia sigue, ¿Cuánto  más? Como si procurara  ablandarnos el corazón.

¿Cuánto más? ... Me pregunto todo el tiempo.
¿Cuánto más?

Una biblioteca con ventanas que deparan a otros universos, esos que todavía tenemos la esperanza de alcanzar.. Ropa sucia amontonada y el goteo va drenando la tristeza poco a poco.. como si no tuviera nada mejor para hacer.

Nostalgia.. ¿Qué es eso? Procuré olvidarla por lo mal que me trató. ¿Hice mal? Un poco sí, un poco no. Ella siempre gana, sobre todo si envuelve el frío, sobre todo si sabe qué exactamente hacerte recordar.. 

Cuentas pendientes con el mundo entero, esas que no te permiten avanzar.. 'No mires atrás, no podés hacer nada'; en parte es verdad... Sólo que siempre tomo el camino inverso al que hicimos el domingo, siempre me gusta indagar un poco más. Caminar para palear la ansiedad, la espera tortuosa que se vuelve inexorable cuando un solo camino es el que te lleva a casa. Y la lluvia, la lluvia molesta que todos odian para mi, ya, es una más. Porque no supo cuidarme, no supo quererme, no supo escucharme morir. Aquella lluvia, que tan hipócritamente me enajenó, queda con aquellos desamores que sólo sirven de alimento a la nostalgia. La puta nostalgia que quiere hacerme creer que, con sólo mirar para atrás, las cosas del pasado pueden cambiar. 

miércoles, 16 de mayo de 2012

Conceptos de NORMALIDAD

La falta de carne no atrae, cierto.. No me explico por qué siguen interesándose en mi.. Debe ser que me enamoran las personas que no son tan estúpidamente superficiales, debe ser que la naturaleza fue lo suficientemente inteligente.

I believe in miracles

 La casa, el barrio, la ciudad, las calles, Capital. Los edificios, los medios de transporte, la burocracia, la violencia estatal. La distancia, la melancolía, la lluvia y un poco de humedad. El sol, las nubes, el viento y las canciones que se repiten una y otra vez. Las palabras desgastadas, la insensatez amorosa y un poco de tristeza. Las manos ajenas, el extrañar constante, el ruido de las sirenas al pasar. 
Avasallándome. Constantemente. Sin dejarme pensar...



Se reduce la vista, me vuelvo hipócrita por defecto. Reconozco mis errores y ello me libera a medias... Obscuridad, negación. ¿Dónde estás? Esa calidez.. La extraño, ¿Sabés?










Y a pesar de lo chiquitita que me siento frente a tanta inmensidad, en los brazos de un ser particular siento que nada puede malir sal  :)

 

jueves, 10 de mayo de 2012

Ann sims


Cargo de consciencia: 70 %
Hambre: - 3 %
Esperanzas: 3%
Cansancio: 89%
Expectativas del día cumplidas: 17%
Tristeza: 60%
Dolor de cabeza:17854%
Felicidad: 2%
Armario acomodado: 65%
Nivel de atraso de lecturas: 59%
Autoestima: -753%



Entre ataques de 'no sé qué ponerme' y 'realmente no quiero hacer nada mañana' se va cerrando el día. Cuarenta y cuatro minutos y ya es viernes. El peor día, según Seba. El más molesto, para mi. 
Al menos no me disgustó el corte de pelo :D 


miércoles, 9 de mayo de 2012

Angry >.< Ann

Sigo juntando fotos (?)

Mi profesor de Seminario no me deja empezar las oraciones con gerundios. Seba dice que está bien que sea así -.- Los odio profundamente (?) xD

Van... ¿Cuánto? Una semana y... uno, dos, tres. Tres días. Una semana y tres días. ¿Y yo me estoy preocupando?  En lo absoluto... =/ ¿Qué podría ser peor? ¡Ja!

Heme aquí. Con mis típicos dolores de cabeza; esos que son mentira..... Te quiero ver con mis neuronas CINCO minutuos, a ver si te la bancas papá (?) xD Bueno, primero te querría ver...  ¬¬ Ohhh... pero ya me chupa un huevo toooodoo (?) Digamos que desde hace mucho más de un año aprendí a cuidarme sola... Si sobreviví tanto porrazo, ¿Qué podría detenerme al levantarme ahora? Ni dios podrá detenerme (?) ... ¬¬ ... 

Concluyendo (¡¡¡NO!!! Mi profesor dijo que no empiece así la oración x3). En conclusión.... (¿Ahí te gusta más? ¬¬) Hacé lo que se te cante el culo. Lograste que me importe poco. 

Fin (?) >.<

lunes, 7 de mayo de 2012

La chica de Ayacucho y Lavalle

Hay una chica que me mira y me ilumina. Siempre estuvo ahí, pero hace poco la descubrí. Creo que ella también me descubrió a mi. Tiene mucho más mérito que yo, su mirada es decidida y es una de las pocas personas a las que le puedo devolver el atrevimiento. 
Me mira de reojo y me conquista. Tiene la anarquía relacional neurótica que tanto deseo. Ella es mi praxis incongruente. Ella es mi falacia hecha realidad. Ella sería el verdadero demiurgo de mi interés. Ella es ella, y está en su mundo mientras yo no puedo imaginarla en el mio.




Ella es mi perdición.
Sólo puedo mirar para abajo.
Perderme en mis pasos,
alejarme de ella.



sábado, 5 de mayo de 2012

Candados oxidados

Un poco más de medio año atrás... 


A duras penas puedo con mis mambos, no me acusen de los ajenos =/
Tené las pelotas para reconocer que estás solo. Como el resto. Como yo... 

Como una estatua de yeso barnizado que dejás al intemperie durante semanas. Luego de varias lluvias te encontrás como yo, consumiéndote con la mierda de los demás. Estando en ningún lado. Mientras algunos educan el oído, yo me ensordezco poco a poco. Como si el ruido que me envuelve hace que no escuche ni mis pensamientos. Porque ya no pienso. Ya no existo. Porque ya no lo quiero hacer. 


viernes, 4 de mayo de 2012

Jueves, muy muy jueves

Y, básicamente, el olor de los jueves es característico porque no se parece a ningún otro, siquiera a si mismo... Este, entonces, sí que fue un jueves de la hostia!

Ayer me dije 'voy a escribir sobre ese sueño la próxima'. Los hechos se me adelantaron (?) No entiendo muy bien por qué estaba sentado ahí, cómo no me di cuenta, si fue 'casualidad' o hay números incomprensibles pero cognoscibles inconscientemente..  Pero él estaba ahí, sentado al lado mío. Me daba vergüenza mirarlo, no lo hice en toda la tarde... Al final de la clase, mientras todos se estaban yendo y yo seguía en shock, sentí que me sacudían bruscamente el hombro. El corazón se me aceleró. Me dijo 'Hola', me dio un beso y siguió con un '¿Cómo estás?'. Sin mirarlo contesté 'Bien, con sueño', agarré mis cosas y salí corriendo. El corazón no me daba a basto...
En mi barrio íbamos recorriendo lugares importantes para mi. Desde el quiosco de Coco hasta los clubs donde había pasado mi pre-adolescencia. No había fin. Era hermoso... 

Estaba escuchando The Toy Dolls a toda máquina. Iba el tema cuatro del último CD. Sobre el punk escuché gritos de desesperación. Todos querían bajar al mismo tiempo. La puerta del medio quedó inutilizada, fui la última en bajar. No quería mirar, pero miré (mentime). Estaba con vida, eso me aterró más. Un policía estaba en la esquina. Los gritos desgarradores me desesperaron y salí corriendo por la calle Cerri hasta llegar a quién sabe dónde. Estaba en Patricios, a salvo (?). Los ojos inyectados... Caminaba pero no sabía a dónde estaba yendo. Tampoco tenía en claro dónde quería ir.
Bajé las escaleras a toda prisa. Quería, estúpidamente, escaparme. Temía que haya sentido el latido de mi corazón.. Ansiaba que mi sueño sea real en su inconsciente. Me preguntaba ¿Por qué? 
Caminando por Patricios, no recuerdo a cuantas cuadras del accidente, siento una sirena fuerte. La más fuerte que escuché en mi vida... (eso que vivo a unas cuadras de la estación de bomberos... =/) No podía contener los nervios, estaba a punto de desmayarme de la locura. Un gendarme, o policía verdoso, pasa en frente mío y me dice algo que no escucho. 
Tenía tanto miedo a ese encuentro, tanto a que pase lo mismo que en mi sueño... Y así fue, casi. Con la diferencia rotunda: esto es '''real'''. Cuando hablan de películas pienso en él. Cuando vi la tele, lo busqué a él. No lo encontré... Estaba al lado mio ¬¬
Siento que es algo importante y por eso me detengo y le clavo la mirada. Se da vuelta, me mira y sigue caminando. Se vuelve a dar vuelta, me mira y me dice 'Dije ''Buenas tardes'''. Me quedo con cara de 'Qué carajos' y digo, tartamudeando, 'Buenas tardes'. Tenía cara de 'supongo que tengo que contestarte esto'. Seguí caminando, enojada. Él no tenía la culpa de lo que me había pasado...
El eterno conflicto: ir o venir. Fui. Buena decisión. Pensé que moría, pero era la empatía. Dos colectivos y subte. Caminar. Burocracia. Escalera de subida y de bajada. Piso 4. Película. No lo veo. 

Es jueves, a veces me olvido... Pareciera martes. Pero huele a jueves..

Enojo. Diez horas y sin respuesta. No tengo derecho a nada, ni a que me quieran. Necesitaba, bastante, que me calmen. Pude sola. ¿Por qué el resto acude a mi? Demasiado autoeficiente (?) Demasiado triste, sola y desganada. 

Si sobreviví (SOLITA) hoy, no necesito nada más (?) Quizá porque lo que necesitaba, me lo negaron con silencio: ausencia. Y si, estoy un poquiiiiito encabronada. ¿Qué le voy a hacer? Si te gusta el proceso pero hacés lo posible para no vivirlo... La inconsecuencia puede venir de cualquier lado, o no?

Saludos a todos desde mi nube intergaláctica de horas de sueño acumuladas. 
Mañana = Viernes Me cago en la hostia (!)

jueves, 3 de mayo de 2012

La soledad en América Latina




[Discurso de aceptación del Premio Nobel 1982]


Gabriel García Márquez



''Antonio Pigafetta, un navegante florentino que acompañó a Magallanes en el primer viaje alrededor del mundo, escribió a su paso por nuestra América meridional una crónica rigurosa que sin embargo parece una aventura de la imaginación. Contó que había visto cerdos con el ombligo en el lomo, y unos pájaros sin patas cuyas hembras empollaban en las espaldas del macho, y otros como alcatraces sin lengua cuyos picos parecían una cuchara. Contó que había visto un engendro animal con cabeza y orejas de mula, cuerpo de camello, patas de ciervo y relincho de caballo. Contó que al primer nativo que encontraron en la Patagonia le pusieron enfrente un espejo, y que aquel gigante enardecido perdió el uso de la razón por el pavor de su propia imagen.

Este libro breve y fascinante, en el cual ya se vislumbran los gérmenes de nuestras novelas de hoy, no es ni mucho menos el testimonios más asombroso de nuestra realidad de aquellos tiempos. Los Cronistas de Indias nos legaron otros incontables. Eldorado, nuestro país ilusorio tan codiciado, figuró en mapas numerosos durante largos años, cambiando de lugar y de forma según la fantasía de los cartógrafos. En busca de la fuente de la Eterna Juventud, el mítico Alvar Núñez Cabeza de Vaca exploró durante ocho años el norte de México, en una expedición venática cuyos miembros se comieron unos a otros y sólo llegaron cinco de los 600 que la emprendieron. Uno de los tantos misterios que nunca fueron descifrados, es el de las once mil mulas cargadas con cien libras de oro cada una, que un día salieron del Cuzco para pagar el rescate de Atahualpa y nunca llegaron a su destino. Más tarde, durante la colonia, se vendían en Cartagena de Indias unas gallinas criadas en tierras de aluvión, en cuyas mollejas se encontraban piedrecitas de oro. Este delirio áureo de nuestros fundadores nos persiguió hasta hace poco tiempo. Apenas en el siglo pasado la misión alemana de estudiar la construcción de un ferrocarril interoceánico en el istmo de Panamá, concluyó que el proyecto era viable con la condición de que los rieles no se hicieran de hierro, que era un metal escaso en la región, sino que se hicieran de oro.

La independencia del dominio español no nos puso a salvo de la demencia. El general Antonio López de Santana, que fue tres veces dictador de México, hizo enterrar con funerales magníficos la pierna derecha que había perdido en la llamada Guerra de los Pasteles. El general García Moreno gobernó al Ecuador durante 16 años como un monarca absoluto, y su cadáver fue velado con su uniforme de gala y su coraza de condecoraciones sentado en la silla presidencial. El general Maximiliano Hernández Martínez, el déspota teósofo de El Salvador que hizo exterminar en una matanza bárbara a 30 mil campesinos, había inventado un péndulo para averiguar si los alimentos estaban envenenados, e hizo cubrir con papel rojo el alumbrado público para combatir una epidemia de escarlatina. El monumento al general Francisco Morazán, erigido en la plaza mayor de Tegucigalpa, es en realidad una estatua del mariscal Ney comprada en París en un depósito de esculturas usadas.

Hace once años, uno de los poetas insignes de nuestro tiempo, el chileno Pablo Neruda, iluminó este ámbito con su palabra. En las buenas conciencias de Europa, y a veces también en las malas, han irrumpido desde entonces con más ímpetus que nunca las noticias fantasmales de la América Latina, esa patria inmensa de hombres alucinados y mujeres históricas, cuya terquedad sin fin se confunde con la leyenda. No hemos tenido un instante de sosiego. Un presidente prometeico atrincherado en su palacio en llamas murió peleando solo contra todo un ejército, y dos desastres aéreos sospechosos y nunca esclarecidos segaron la vida de otro de corazón generoso, y la de un militar demócrata que había restaurado la dignidad de su pueblo. En este lapso ha habido 5 guerras y 17 golpes de estado, y surgió un dictador luciferino que en el nombre de Dios lleva a cabo el primer etnocidio de América Latina en nuestro tiempo. Mientras tanto 20 millones de niños latinoamericanos morían antes de cumplir dos años, que son más de cuantos han nacido en Europa occidental desde 1970. Los desaparecidos por motivos de la represión son casi los 120 mil, que es como si hoy no se supiera dónde están todos los habitantes de la ciudad de Upsala. Numerosas mujeres arrestadas encintas dieron a luz en cárceles argentinas, pero aún se ignora el paradero y la identidad de sus hijos, que fueron dados en adopción clandestina o internados en orfanatos por las autoridades militares. Por no querer que las cosas siguieran así han muerto cerca de 200 mil mujeres y hombres en todo el continente, y más de 100 mil perecieron en tres pequeños y voluntariosos países de la América Central, Nicaragua, El Salvador y Guatemala. Si esto fuera en los Estados Unidos, la cifra proporcional sería de un millón 600 mil muertes violentas en cuatro años.

De Chile, país de tradiciones hospitalarias, ha huido un millón de personas: el 10 por ciento de su población. El Uruguay, una nación minúscula de dos y medio millones de habitantes que se consideraba como el país más civilizado del continente, ha perdido en el destierro a uno de cada cinco ciudadanos. La guerra civil en El Salvador ha causado desde 1979 casi un refugiado cada 20 minutos. El país que se pudiera hacer con todos los exiliados y emigrados forzosos de América latina, tendría una población más numerosa que Noruega.

Me atrevo a pensar que es esta realidad descomunal, y no sólo su expresión literaria, la que este año ha merecido la atención de la Academia Sueca de la Letras. Una realidad que no es la del papel, sino que vive con nosotros y determina cada instante de nuestras incontables muertes cotidianas, y que sustenta un manantial de creación insaciable, pleno de desdicha y de belleza, del cual éste colombiano errante y nostálgico no es más que una cifra más señalada por la suerte. Poetas y mendigos, músicos y profetas, guerreros y malandrines, todas las criaturas de aquella realidad desaforada hemos tenido que pedirle muy poco a la imaginación, porque el desafío mayor para nosotros ha sido la insuficiencia de los recursos convencionales para hacer creíble nuestra vida. Este es, amigos, el nudo de nuestra soledad.

Pues si estas dificultades nos entorpecen a nosotros, que somos de su esencia, no es difícil entender que los talentos racionales de este lado del mundo, extasiados en la contemplación de sus propias culturas, se hayan quedado sin un método válido para interpretarnos. Es comprensible que insistan en medirnos con la misma vara con que se miden a sí mismos, sin recordar que los estragos de la vida no son iguales para todos, y que la búsqueda de la identidad propia es tan ardua y sangrienta para nosotros como lo fue para ellos. La interpretación de nuestra realidad con esquemas ajenos sólo contribuye a hacernos cada vez más desconocidos, cada vez menos libres, cada vez más solitarios. Tal vez la Europa venerable sería más comprensiva si tratara de vernos en su propio pasado. Si recordara que Londres necesitó 300 años para construir su primera muralla y otros 300 para tener un obispo, que Roma se debatió en las tinieblas de incertidumbre durante 20 siglos antes de que un rey etrusco la implantara en la historia, y que aún en el siglo XVI los pacíficos suizos de hoy, que nos deleitan con sus quesos mansos y sus relojes impávidos, ensangrentaron a Europa con soldados de fortuna. Aún en el apogeo del Renacimiento, 12 mil lansquenetes a sueldo de los ejércitos imperiales saquearon y devastaron a Roma, y pasaron a cuchillo a ocho mil de sus habitantes.

No pretendo encarnar las ilusiones de Tonio Kröger, cuyos sueños de unión entre un norte casto y un sur apasionado exaltaba Thomas Mann hace 53 años en este lugar. Pero creo que los europeos de espíritu clarificador, los que luchan también aquí por una patria grande más humana y más justa, podrían ayudarnos mejor si revisaran a fondo su manera de vernos. La solidaridad con nuestros sueños no nos haría sentir menos solos, mientras no se concrete con actos de respaldo legítimo a los pueblos que asuman la ilusión de tener una vida propia en el reparto del mundo.

América Latina no quiere ni tiene por qué ser un alfil sin albedrío, ni tiene nada de quimérico que sus designios de independencia y originalidad se conviertan en una aspiración occidental.

No obstante, los progresos de la navegación que han reducido tantas distancias entre nuestras Américas y Europa, parecen haber aumentado en cambio nuestra distancia cultural. ¿Por qué la originalidad que se nos admite sin reservas en la literatura se nos niega con toda clase de suspicacias en nuestras tentativas tan difíciles de cambio social? ¿Por qué pensar que la justicia social que los europeos de avanzada tratan de imponer en sus países no puede ser también un objetivo latinoamericano con métodos distintos en condiciones diferentes? No: la violencia y el dolor desmesurados de nuestra historia son el resultado de injusticias seculares y amarguras sin cuento, y no una confabulación urdida a 3 mil leguas de nuestra casa. Pero muchos dirigentes y pensadores europeos lo han creído, con el infantilismo de los abuelos que olvidaron las locuras fructíferas de su juventud, como si no fuera posible otro destino que vivir a merced de los dos grandes dueños del mundo. Este es, amigos, el tamaño de nuestra soledad.

Sin embargo, frente a la opresión, el saqueo y el abandono, nuestra respuesta es la vida. Ni los diluvios ni las pestes, ni las hambrunas ni los cataclismos, ni siquiera las guerras eternas a través de los siglos y los siglos han conseguido reducir la ventaja tenaz de la vida sobre la muerte. Una ventaja que aumenta y se acelera: cada año hay 74 millones más de nacimientos que de defunciones, una cantidad de vivos nuevos como para aumentar siete veces cada año la población de Nueva York. La mayoría de ellos nacen en los países con menos recursos, y entre éstos, por supuesto, los de América Latina. En cambio, los países más prósperos han logrado acumular suficiente poder de destrucción como para aniquilar cien veces no sólo a todos los seres humanos que han existido hasta hoy, sino la totalidad de los seres vivos que han pasado por este planeta de infortunios.

Un día como el de hoy, mi maestro William Faullkner dijo en este lugar: "Me niego a admitir el fin del hombre". No me sentiría digno de ocupar este sitio que fue suyo si no tuviera la conciencia plena de que por primera vez desde los orígenes de la humanidad, el desastre colosal que él se negaba a admitir hace 32 años es ahora nada más que una simple posibilidad científica. Ante esta realidad sobrecogedora que a través de todo el tiempo humano debió de parecer una utopía, los inventores de fábulas que todo lo creemos, nos sentimos con el derecho de creer que todavía no es demasiado tarde para emprender la creación de la utopía contraria. Una nueva y arrasadora utopía de la vida, donde nadie pueda decidir por otros hasta la forma de morir, donde de veras sea cierto el amor y sea posible la felicidad, y donde las estirpes condenadas a cien años de soledad tengan por fin y para siempre una segunda oportunidad sobre la tierra.

Agradezco a la Academia de Letras de Suecia el que me haya distinguido con un premio que me coloca junto a muchos de quienes orientaron y enriquecieron mis años de lector y de cotidiano celebrante de ese delirio sin apelación que es el oficio de escribir. Sus nombres y sus obras se me presentan hoy como sombras tutelares, pero también como el compromiso, a menudo agobiante, que se adquiere con este honor. Un duro honor que en ellos me pareció de simple justicia, pero que en mí entiendo como una más de esas lecciones con las que suele sorprendernos el destino, y que hacen más evidente nuestra condición de juguetes de un azar indescifrable, cuya única y desoladora recompensa, suelen ser, la mayoría de las veces, la incomprensión y el olvido.

Es por ello apenas natural que me interrogara, allá en ese trasfondo secreto en donde solemos trasegar con las verdades más esenciales que conforman nuestra identidad, cuál ha sido el sustento constante de mi obra, qué pudo haber llamado la atención de una manera tan comprometedora a este tribunal de árbitros tan severos. Confieso sin falsas modestias que no me ha sido fácil encontrar la razón, pero quiero creer que ha sido la misma que yo hubiera deseado. Quiero creer, amigos, que este es, una vez más, un homenaje que se rinde a la poesía. A la poesía por cuya virtud el inventario abrumador de las naves que numeró en su Iliada el viejo Homero está visitado por un viento que las empuja a navegar con su presteza intemporal y alucinada. La poesía que sostiene, en el delgado andamiaje de los tercetos del Dante, toda la fábrica densa y colosal de la Edad Media. La poesía que con tan milagrosa totalidad rescata a nuestra América en las Alturas de Machu Pichu de Pablo Neruda el grande, el más grande, y donde destilan su tristeza milenaria nuestros mejores sueños sin salida. La poesía, en fin, esa energía secreta de la vida cotidiana, que cuece los garbanzos en la cocina, y contagia el amor y repite las imágenes en los espejos.

En cada línea que escribo trato siempre, con mayor o menor fortuna, de invocar los espíritus esquivos de la poesía, y trato de dejar en cada palabra el testimonio de mi devoción por sus virtudes de adivinación, y por su permanente victoria contra los sordos poderes de la muerte. El premio que acabo de recibir lo entiendo, con toda humildad, como la consoladora revelación de que mi intento no ha sido en vano. Es por eso que invito a todos ustedes a brindar por lo que un gran poeta de nuestras Américas, Luis Cardoza y Aragón, ha definido como la única prueba concreta de la existencia del hombre: la poesía. Muchas gracias.''