miércoles, 11 de abril de 2012

Desmembramiento intelectual

Miraba mi biblioteca y no estaban los libros... Sólo las agendas a modo 'diario' que sistematizan mi pasado. Eran tres, estaba desesperada. ¿Quién las había puesto ahí? ¿Por qué llevarse los libros? ¿Cómo podía ser que nadie sepa nada?
También buscaba mis cuadernos, aquellos que no siguen cronología. Uno en especial: el celeste. El más desorganizado y menos pasional de todos. El más sincero. Aquel que una vez tuve miedo de perder en manos conocidas...
Estaba resignada, no tenía dónde buscar. Si las cosas no estaban donde las había dejado, era muy lógico que no aparezcan más. Tenía que darme por vencida, aceptar que no los iba a ver más. Pero seguía pensando ¿Quién pudo ser tan cruel como para meterse con algo tan mediocremente valeroso en mi vida? ¿Quién pudo desarraigarme de mi misma?
Ya no importaba nada, estaba todo perdido. Lo ajeno y lo propio. Ya nada era mio. 

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